La ciencia explica la constitución físico-química de los humanos mientras que la religión se ocupa del espíritu, que es lo que determina la condición humana. El polvo que somos es el “polvo de estrellas” y el polvo en que nos convertiremos será materia prima de nuevos elementos que posibilitarán la vida de futuras generaciones a las cuales contribuiremos no sólo con nuestro polvo final sino con nuestros actos en la vida que coadyuven a la formación de valores positivos que sean heredados por quienes nos sucedan.
09 julio 2011