Dar inicio a un trabajo sobre la vida y obra de Maurice Ewing geofísico estadounidense, que realizó grandes aportaciones al conocimiento del suelo oceánico, nos lleva a indagar sobre uno de los grandes genios de nuestra época moderna.
El geofísico texano Maurice Ewing (1906-1974). Le acompaña en la imágen su primer alumno, el Dr. Lamar Worzel, otro gran colaborador del experto en geofisica, particularmente en los estudios sobre la gravedad en el mar. Fue siempre su brazo derecho y un pilar en el desarrollo de lo que es hoy el Instituto numero uno en el mundo de observacion de la tierra, o sea, el Instituto Lamont. (palabras del Dr. Capurro)Él nació en Lockney (Texas), en 1906 y falleció cuando contaba con 68 años en 1974, fue pionero en muchos de los trabajos que desarrollo a lo largo de su vida, por lo cual en primera instancia es importante entablar una conversación con el físico oceanógrafo argentino Luis René Antonio Capurro Filograsso, quien convivió de cerca con el hombre y el profesional, fueron amigos cercanos y experimentaron juntos una serie de situaciones que el Dr. Capurro Filograsso describe de forma especial:
Platíquenos Dr. Capurro la sensación que causa en su persona el recuerdo de Maurice, ¿qué puede decirnos de su legado?
Es muy duro salir de la Capilla Sixtina sin llevarse consigo una perdurable impresión. Esa es la sensación que tuve cuando visité el Laboratorio de Testigos del fondo del mar del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty; esta es la mejor expresión que se siente al entrar a ese famoso Laboratorio situado sobre los Palisades en Nueva York, según lo manifiesta el escritor de la ciencia Laurence Lippsett en el libro por él editado con motivo de la celebración de los 50 años de la fundación de dicho Laboratorio. Repito esta cita, pues es la misma impresión que yo he sentido las veces que concurrí a visitar al Dr. Ewing para coordinar trabajos conjuntos en el Atlántico Sur y en el Antártico.
¿Por qué la Capilla Sixtina, cuando un recinto de trabajo científico nos hace imaginar otro escenario?
Capilla Sixtina, es uno de los símbolos de veneración y de alta religiosidad, sin embargo para un científico aquel sitio que nos acerca al alumbramiento de grandes descubrimientos no puede ser distinto; ciertamente, no había nada en el laboratorio de testigos que remotamente se pareciera estéticamente placentera. Era un vasto galpón con pisos de cemento y enormes, monótonos estantes industriales grises que estaban llenos del piso al techo con miles de tubos sin descripción alguna que contenían esencialmente especimenes de testigos -muestras verticales del fondo del mar-- de cada uno de los océanos del mundo El sentimiento de solemnidad que lo envuelve, no se debe a la enormidad del galpón, sino a la visión, determinación y esfuerzo que habían generado la existencia de ese laboratorio.
Dentro de toda esta mística ¿cuándo fue que comenzó el Dr. Maurice su labor como geofísico?
En 1935, cuando Maurice Ewing comenzó su investigación sobre la Tierra, el planeta era tan conocido como lo era el cuerpo humano en la Edad Media. Los océanos, el fondo del mar y lo que yace debajo de él, era casi totalmente desconocido; las fuerzas que gestaron los océanos, continentes, montañas, volcanes, terremotos y edades glaciales podían solamente ser intuidas.
En esos días, las disciplinas de física y geología existían, pero nunca se habían mezclado. Educado como físico, Ewing había intentado usar el sonido, mejor dicho las ondas sonoras, generadas con explosivos, para examinar las capas geológicas rocosas en la tierra. Entonces la Sociedad Geológica de América le dio unos cuantos miles de dólares para probar esas mismas técnicas e investigar el fondo del mar. Sus comentarios al respecto fueron “Si me hubieran pedido poner el equipo sísmico en la luna en lugar del fondo del mar yo hubiera aceptado, estaba tan desesperado de tener una oportunidad de hacer investigación” De hecho, Ewing y otros colegas en Lamont lo hicieron, al instalar tales equipos a bordo de los vuelos Apolo y en la luna varias décadas más tarde.
Después de su primer trabajo en 1935, Ewing encontró la clase de trabajo que le gustaría llevar a cabo por el resto de su vida; el captó el vasto potencial en la exploración de los océanos y buscó obtener “pequeñas sumas de dinero anuales” de varias compañías para “apoyar un modesto programa de investigación” Esta proposición no recibió ningún apoyo, y le dijeron que “el trabajar en los océanos, no sería posiblemente de interés de los inversionistas y que de hecho no recibiría ni un simple níquel de los patrocinadores” Pero la sed por conocimientos de Ewing eran imbatibles y absolutamente contagiosa; con un modesto apoyo de la Sociedad Geológica de América, y de la National Geographic Society y una beca de la Fundación Guggenheim, Ewing y unos pocos estudiantes comenzaron a experimentaren aspectos que nunca habían sido concebidos y mucho menos realizados.
El joven Maurice Ewing en la cubierta de uno de los buques que lo llevaría al conocimiento de grandes descubrimientos.
El instrumental geofísico comercial no existía, de modo que Ewing y sus estudiantes lo diseñaron y construyeron ellos mismos. Era la época de la Depresión, de modo que el grupo rogaba, tomaba prestado y negociaba para conseguir lo que necesitaban. Perforaban peniques, usaban latas de ensalada de frutas, vasos de beber de las comidas, relojes de bolsillo y motores eléctricos de trenes de juguetes y lo convertían en novedosos instrumentos, como es el caso de convertir una granada de artillería de rezago, procedente de la Bethlehem Steel Co. Para diseñar un equipo donde se podían realizar experimentos a alta presión, como la que soportan las aguas profundas de los océanos. Dormían en pleno campo y lavaban sus registros fotográficos en bañeras, y contaban solamente con dos semanas de tiempo de buque por año para realizar sus experimentos en el mar, como invitados de otra gente en sus buques de investigación; nada los detenía en el logro de su misión.
Cuéntenos Dr. Capurro cuándo surge el laboratorio que usted recuerda de forma tan especial:
Fue a fines de diciembre de 1948, Florence Lamont, viuda del financiero Thomas Lamont, donó la vivienda que tenían en Palisades, a la Universidad de Columbia. Poco tiempo después Ewing y su banda estaban instalando sismómetros en el nuevo campus. Esos sismómetros, diseñados por Ewing y Frank Press fueron prototipos de instrumentos que poco tiempo después serían instalados alrededor del mundo para constituir la primera red mundial de registrar ondas sísmicas que se desplazaban a través y alrededor de la Tierra.
¿Puede comentarnos acerca del primer buque que permitió el arduo trabajo realizado por ese importante grupo de científicos?
Bajo su bauprés en proa, el Vema, tenía un águila que representaba el indomable espíritu de Lamont, y equiparon al buque con toda herramienta concebible para medir cualquier dato por inimaginable que fuera, diseñando y construyendo nuevos instrumentos. Por ejemplo, Bernie Luskin había diseñado y construido un ecosondador de gran precisión denominado Precision Depth Recorder (PDR), que superaba notablemente a los medidores de profundidad, y en uno de los viajes tormentosos del Vema, el agua de mar penetró en un cuarto y peligrosamente en el piso donde se encontraban las baterías del PDR. Luskin y Worzel pasaron una noche agotadora manteniendo al PDR de alta tecnología arriba con una mano, y con la otra achicando el agua del piso con una pala de baja tecnología, mientras al mismo tiempo estaban diseñando una plataforma para acomodar al PDR.
El Vema se destacaba por su prodigioso rolido, de modo que se diseñó un sistema estabilizador
especial
para el, con un tanque que contenía alrededor de diez mil litros de agua. En una oportunidad,
en la Bahía Desesperación, cerca del Antártico el Vema entró a rolar locamente; el tanque se
había congelado. En el espíritu de Lamont, de obtener el máximo de cada cosa, Worzel le sugirió
al Capitán del buque Kohler que resolvería el problema si llenaba el tanque con ron. Con mucha
ironía el Capitán le dijo que tal contenido muy próximo a una tripulación muy trabajadora en el
mar por tan largo tiempo sería contra productivo…
“Ewing esperaba que los científicos usaran al buque cada minuto del día” y mientras que los científicos
en otros buques colectaban datos para su propia investigación, los científicos de Lamont tenían
órdenes expresas de colectar todo tipo de dato posible, sin importar si alguien tenía interés en
esos datos.
El Vema y más tarde su segundo buque el Robert D. Conrad recorrieron todos los océanos como
dos lunas orbitando. Rutinariamente y en forma continua colectaban datos de la profundidad del mar
con el PDR, refecciones sísmicas de las capas del suelo debajo del fondo del mar, mediciones
gravimétricas y magnéticas, del flujo de calor a través del fondo proveniente del interior de la
corteza oceánica, testigos estratificados de sedimentos, fotografías del fondo y otras más.
Desde luego, esta constante actividad en el mar no estaba libre de peligros. En 1954, mientras
estaban
tratando de amarrar en la cubierta algunos tanques de petróleo que se habían desprendido
en mar gruesa, en las afueras de Cabo Hatteras, Ewing, su hermano John, el Primer Oficial
Charles Wilkie y el Segundo Oficial Mike Brown fueron barridos de la cubierta por una enorme ola; el
Capitán del buque Frederick Mac Murray pudo virar el buque en un mar tempestuoso y recoger a
Brown: Un vigía pudo ver a John Ewing y arrojarle una soga. Cuarenta y cinco minutos más tarde
avistaron a Maurice Ewing, quien no podía asir la cuerda que le arrojaron puesto que había sido
golpeado cuando cayó al mar y estaba paralizado. El buque derivó hacia él y en un severo rolido,
cuando Ewing se encontraba flotando a lo largo del costado del Vema y cuando la cubierta estaba
al nivel del agua, un tripulante pudo pasar sus brazos debajo de los hombros y ponerlo a bordo.
El Oficial Wilkie nunca fue encontrado. Después de una semana Ewing se recuperó en parte, auque
quedó con una renguera; ello de ninguna manera redujo el tiempo que pasaba en el mar.
En el año 1961, el principal investigador John Hennion, pereció en un accidente con explosivos
en los mares del sur, y fue la única fatalidad a través de todos los años trabajando con explosivos, y
como consecuencia de ello se cambió la fuente de energía por la del cañón o pistolas de aire que se
usan en la actualidad.
A mediados de los 60’s, todos esos años de investigación en el mar comenzaron a pagar dividendos, y
entonces el fondo del mar que se creía desierto, estático, y sin forma se reveló
maravillosamente. Analizando los voluminosos datos de datos de la profundidad del
mar, Bruce Heezen, Marie Tharp y Ewing descubrieron el accidente más grande de la
Tierra - la Cresta Mesooceánica o cadenas de montañas sumergidas que rodean el globo
en el medio de los océanos, donde el fluido magma surge desde el manto para crear nuevo
fondo marino. El sismólogo Lynn Sykes usando datos sísmicos descubrió los movimientos de
las fallas geológicas que generan terremotos, cerca de las crestas del medio del océano. Los
sismólogos Jack Oliver y Bryan Isaacks dirigieron los esfuerzos para ubicar las zonas de
subducción, donde el viejo suelo oceánico se hunde para retornar al manto. Walter Pitman
y Jim Heirtzler analizaron los datos magnéticos (que fueron cuidadosamente coleccionados, aunque
ninguno sabía lo que se haría con ellos) y descubrieron un cambio similar del cuadro magnético en
las rocas a ambos lados de la cresta mesooceánica. Ellos colgaron una imagen de estos datos
magnéticos en la puerta de su laboratorio que bautizaron como el “perfil mágico”... Muy pocos
trabajos han tenido una transformación impactante, ¡tan instantánea en el estudio de nuestro planeta!
El perfil mágico asombró también a Ewing que como la mayoría de los científicos de ese tiempo, no
creían que el fondo del mar se derrama de las crestas mesooceánicas para crear nuevas cuencas
oceánicas y separar continentes y moverlos alrededor de la cara de la Tierra.
Tan sólo en dos décadas, Lamont bajo la dirección de Ewing había diseccionado al planeta y
reagrupado en una nueva y revolucionaria forma. La masa de evidencia acumulada fue
demoledora y convincente. Se confirmó la teoría tectónica de placas, lo cual proveyó una
nueva base que explicaba una amplia variedad de fenómenos geológicos y aspectos de la
Tierra. En la misma vena, Lamont continuó a través de dos cambios; en 1969 el Observatorio
agregó el nombre de “Doherty” en reconocimiento a un generoso regalo de la Fundación de
Caridad L. y Grace Doherty. En 1993, fue rebautizado como Lamont-Doherty Earth
Observatory, para abarcar el creciente desarrollo y alcance de sus investigaciones.
Los descubrimientos revolucionarios continuaron especialmente por los geoquímicos, que no habían
tenido el mismo comienzo de los geofísicos. Creando y avanzando su ciencia casi
simultáneamente, ellos descubrieron la circulación de los océanos, identificaron problemas
ambientales, (incluyendo la contaminación por las pruebas de armas nucleares radioactivas y
de los fosfatos en detergentes), y comenzaron a armar todas las piezas de la Tierra sobre el
siempre cambiante y delicado sistema balanceado del clima, y probar que es tan dinámico
como el fondo del mar. La lista de realizaciones científicas continúa.
El R/V Maurice Ewing cuenta con 230 pies, es poseedor de un
tonelaje en la investigación oceanográfica fue adquirido en 1976 por la National
Science Foundation para laborar como parte del equipo de observación
de Lamont-Doherty Earth en la universidad de Columbia. El buque Ewing realizó una
carrera distinguida, y pronto será substituido por el R/V Langseth:
Ewing esta clasificado por la oficina americana como: Buque guardacostas para inspección del hielo báltico(A-1 Baltic Ice Class IA and Coast Guard inspected); certificado para llevar a un total de 50 personas, de las cuales aproximadamente 20 conforman el equipo de la nave. Equipado para movilizarse a una velocidad de crucero de 11 nudos y una resistencia de hasta 60 días; el Maurice Ewing ha funcionado desde el ártico al antártico en los océanos de virtualmente todo el mundo.
Construido originalmente como un recipiente sísmico el Maurice Ewing fue modificado en 1989, al mismo tiempo se le equipó para realizar las tareas requeridas para tales fines en la investigación. Esto incluye el montaje del casco, transductores de 3,5 y 12 kilociclos y un sistema arrastre inferior para recorrer el océano en la modalidad Atlas a 120 degradaciones de profundidad para rastreo y mapeo del subsuelo marino.
Respecto al muestreo, el buque es capaz de incluir 15 la TA SWL de estribor y cada uno de los encuadres de la popa soportan cuatro tornos que llevan el 10,000m del 9/16"3x19, de cable coaxial del 0.680", de alambre de 0.322' CTD, o de alambre de 1/4' 3x19.
Particularmente únicos en el empleo del acopio investigativo son capacitares geofísicos de
extensión del Maurice el Ewing que incluyen un sistema sísmico de grabación de Syntrak 480-24 con
un cable hidrofónico de los 6km y 2000 PSI, 20, con fuente de sonido neumático de 8300
pulgadas cúbicas, al igual que un sistema de alta resolución portátil con sistema de 2 GI y
cableado ITI.
Especificaciones | Espacio para la ciencia | ||
---|---|---|---|
Longitud | los 70.20m (232 ') | ||
Viga | el 14.10m (46 ' 3 \") | Laboratorio Del Instrumento | 1400 |
Bosquejo Máximo | los 5.30m (17 ' 3 \") | Laboratorio Analítico | 225 |
Tonelaje Grueso | 1978 | Laboratorio Del Muestreo de CTD | 380 |
Personal Científico | 28 | Sitio Del Estacionamiento Del Vehículo | 320 |
Velocidad De Crucero | 10-11 nudos | Sitio Oscuro | 60 |
Velocidad Completa | 13'5 nudos | Laboratorio Seco | 550 |
Resistencia | 55 días | Oficina De la Ciencia | 90 |
Gama | 15.000 millas náuticas | Almacenaje Científico | 5000 |
Tamaño Del Equipo | 22 |
Cada uno de los buques que han formado parte del descubrimiento del mar, nos acercan a verdades nuevas, realidades que dan cuenta de la conformación de un planeta en constante movimiento, donde la vida fluye y con ella se avizoran desastres, fracturas subacuáticas y drásticos cambios en la corteza terrestre. El poder contar con un mapa de los valles, cordilleras, montañas y depresiones abismales del fondo del mar, forma parte de una tarea oceanográfica que no termina y que siempre deparará a los científicos un nuevo motivo para aventurarse mar adentro.
Ariadne GALLARDO FIGUEROA
ariadne.gallardo@yahoo.com
23 abril 2005
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