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El Futuro de la Microbiología del Suelo

por Raul ZAPATA HERNÁNDEZ

(Raul ZAPATA HERNÁNDEZ es Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia y expresidente de la Sociedad Colombiana de la Ciencia del Suelo)


En Génesis 2, se lee: “Entonces Dios formó al hombre y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.

-”Y Dios plantó un huerto, un edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”-

En el Edén, Adán fue colmado de bienes para su usufructo. Dios le dio a la humanidad la Primera Ley de la Termodinámica. Con esta Ley, Dios le dio abundante energía que le duraría por los siglos de los siglos sin agotarse. Solo que esta energía podría transformarse.

-”Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que del él comieres, ciertamente morirás”, Adán y Eva desobedecieron y fueron arrojados del Edén, al arrojar Dios a Adán y Eva del Paraíso le dio a la humanidad la segunda Ley de la Termodinámica. Esta Ley, la ley de la Entropía afirma que materia y energía sólo pueden cambiar en un sentido; a saber, de utilizable a inutilizable, o disponible a no disponible o de ordenado a desordenado, o de concentrado a disperso. Según esta Ley cada vez que se cree orden en un lugar, éste estará sucediendo a costa de generar un mayor desorden en otro sitio.

Con el castigo que Dios le dió al hombre no le quitó la Primera Ley, le dejo la abundancia de energía con la que lo creo, pero le impuso la condición que cada vez que la utilizara, está disminuía de calidad. Al final de los siglos, por el uso, la energía perdería toda su calidad y no podrá utilizarla jamás. La única libertad que le dio Dios al hombre, en cuanto a la Segunda Ley, se refiriera el flujo de energía, la velocidad como la usaría. Aúnque quedó en libertad de escoger la magnitud del flujo de energía que usaría en sus actividades; le fijo una condición: que a mayor flujo de energía, se crearía mayor desorden.



La historia es un reflejo de la segunda Ley. El proceso entrópico en general se muestra siempre hacía un máximo. En cada acontecimiento cierta cantidad de energía queda disipada para siempre. En el transcurso de la historia se ha llegado a puntos críticos, cuando todos los aumentos de entropía acumulados conducen a un cambio cualitativo en la fuente de energía del ambiente. En estos puntos críticos de transición, las antiguas maneras de hacer las cosas dejó de ser operativa. La entropía del ambiente llega a ser tan alta que se produce un desplazamiento hacia un ambiente energético nuevo. Pero cada cambio energético es más crítico que el anterior, en cuanto a energía disponible. En cada fase sucesiva, las reservas de energía disponible en el mundo van quedando en niveles cada vez más difíciles de alcanzar por el hombre..

Entre los siglos XIV y XVI Europa conoció una divisoria entrópica. La madera, base energética de la forma de vida medieval, se volvió cada vez más escasa. La presión de crecientes poblaciones contribuyó a agudizar la escasez, y la subsiguiente búsqueda de alternativas condujo finalmente a la sustitución de la madera por el carbón. Se pasó de un entorno energético a otro. Posteriormente la humanidad encontró otra reserva energética en el petróleo. Todos ellos recursos no renovables.

Al paradigma Newtoniano del mundo mecánico, estuvo a la medida para reinarr en una sociedad hecha con una base energética de recursos no renovables. La idea de un progreso ilimitatodo se implantó al mismo tiempo con la concepción que el mundo es una máquina. Un día, la humanidad se halló ante un gigantesco depósito, en apariencia interminable, de energía solar almacenada durante 3000 millones de años. Con aquella inmensa riqueza ya no había necesidad de esperar que el sol saliera cada mañana y brillara, dando energía y vida. La humanidad tenía la energía necesaria para sustituir al sol. Por esto no es extraño pensar que en el paradigma Newtoniano, el tiempo puede ser acelerado o retardado, vuelta hacia atrás o hacia adelante; da lo mismo que sea positivo o negativo. Pero la realidad es que la humanidad está a punto de acabar con esta reserva de energía disponible y se acerca peligrosamente a una nueva divisoria entropía. Para algunos optimistas esta crisis se podría superar con la energía atómica. Pero hay que pensar en los miles de toneladas de residuos radioactivos que sería necesario buscarles un sitio que no causen daño al hombre por cientos de miles de años. Con solo pensar en el desastre de Chernovil se sabe lo riesgosa que es esta fuente de energía.

Hemos venido extrayendo, transformando y desechando materia y energía a una velocidad mayor con que los ecosistemas terrestres pueden reciclar los desechos y reproducir los recursos. El efecto invernadero, en vez de disminuir se incrementa por el alto uso de energía de fuentes fósiles que utiliza en sus procesos. Estamos viviendo en medio de una cultura de alta entropía, cuyo principal propósito de vida, consiste en utilizar un elevado flujo de energía para crear abundancia material y satisfacer cualquier deseo humano concebible. Pero cada día experimentamos una verdad que los biólogos conocen hace mucho tiempo: ningún organismo puede vivir durante mucho tiempo surgiendo en sus propios desechos. Cada vez que se extrae energía del entorno y se hace fluir por el sistema, se pierde parte de ella, hasta que al final, toda ella, incluso la que se halla en forma de productos, acaba convirtiéndose en una u otra clase de desecho.

Si queremos salvar la humanidad y al planeta de un Apocalipsis en el próximo siglo, no nos queda mas remedio que dedicar nuestra atención a buscar estrategias energéticas alternativas. Es necesario pasar de una sociedad de alta entropía a una de baja entropía. Se desarrolle una sociedad que use la energía a una velocidad proporcional a la capacidad que tenga el sistema para mantener un relativo equilibrio entre producción, consumo y reciclaje. Los residuos son generados, absorbidos y reciclados para ser utilidados de nuevo, manteniendo un ciclo ecológico en equilibrio: en sistema sostenible. Un sistema así, exige que no se consuma la energía mas de prisa de lo que tarda la naturaleza en reciclar los desechos y reponer las reservas.

Si pensamos en la gran cantidad de energía y en el desorden que se crea para producir un kilogramo de N en forma de úrea y en la misma cantidad de N fijado por un microorganismo sin generar tanto desorden, vemos que el futuro de la humanidad para suparar la divisoria entrópica, que queramos o no se nos viene, está en la microbiología del suelo. Lógicamente las magnitudes de los flujos de energía en cada caso serán diferentes. Pero son situaciones a los que la sociedad deberá habituarse.

En estudios comparativos entre agricultura química, con altos flujos de energía, y la agricultura que la pudiéramos llamar biológica, una agricultura de bajo flujo de energía, los costos de producción son de un 66% menore s en la segunda, con los mismos rendimientos por unidad de energía invertida en el preceso agrícola. Cuando se hace esta misma comparación, a la luz de la termodinámica la agricultura biológica resulta mas eficiente que la agricultura química. Un campesino con un buey y un arado y la ayuda de microorganismos es capaz de producir 10 calorías por cada caloría gastada. Un granjero de un pais desarrollado es capaz de producir 6000 calorías por cada caloría de trabajo humano. Esta eficacia aparente queda completamente desmentida cuando se calcula la gran cantidad de energía invertida en: mover los implementos agrícolas, en la fabricación de los abonos químicos y pesticidas; y además, aumenta la cantidad de desechos generados por la producción de gases que irán a incrementar el efecto invernadero.

Dios no ha dejado al hombre solo en la tierra en el cuidado de su creación, aunque impuso las dos leyes de la termodinámica, le permitió que usará energía en flujos a su libre advedrío. Es el final de la era de la energía no renovable que se avecina la nueva divisoria entrópica, donde la microbiología del suelo le ayudará al hombre a adaptarse a una era de energía difusa, menos concentrada, pero, menos contaminante: la era solar.

Raul ZAPATA HERNÁNDEZ
rdzapata@unalmed.edu.co
04 diciembre 2004
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