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Sirio, la Alfa del Can Mayor



Actualmente Sirio aparece en el cielo de la mañana a principios del mes de septiembre, siguiendo con toda su constelación a la gran constelación de Orión. De hecho, podemos ubicar la posición de Sirio sobre una línea aproximadamente recta que contiene a las tres estrellas del cinturón de Orión y pasa por Aldebarán, la alfa de Tauro. En el antiguo Egipto su reaparición coincidía con el comienzo de las inundaciones del Nilo. Es una estrella de la que se poseen descripciones en las antiguas civilizaciones del mediterráneo y medio oriente, en donde se habla de la “roja Sirio”, aunque, curiosamente, es una estrella blanca azulada, con una alta temperatura superficial.

De todas las estrellas que pueden observarse desde nuestro planeta, Sirio es la más brillante. Su magnitud aparente aproximada es –1.5. Está en una constelación observable desde el hemisferio norte pero que se encuentra tan al sur que desde el norte de Europa solo es posible observarla de manera parcial.

La Constelación del Can Mayor se encuentra situada en la zona de la bóveda celeste comprendida entre la declinación de –10º y la declinación de –35º y una ascensión recta comprendida entre 06h00m y 07h30m. Se encuentra, pues en plena Vía Láctea, por lo que presenta buen número de cúmulos estelares.


Imágen del Skymap, el conocido programa de Cris Marriott

La posición en coordenadas ecuatoriales de la estrella es

Ascensión recta: 06h45m21s
Declinación: -16º43’19”

Y su distancia a nuestro planeta es de solamente unos 8.7 años luz.

Teniendo en cuenta la magnitud visual que presenta y la distancia a la que se encuentra de nuestro sistema solar, podemos afirmar que Sirio tiene una luminosidad de unas 23 veces la luminosidad del Sol. Su diámetro es 1.82 veces mayor que el diámetro del Sol, y su masa supera a la de nuestra estrella en 2.35 veces.

La temperatura superficial de Sirio puede ser de unos 10000 K, por lo que presenta una tonalidad blanco-azul.

Sirio posee una estrella compañera que gira a su alrededor con un periodo traslacional de unos 50 años terrestres. La compañera de Sirio, o Sirio-B, se observa muy difícilmente debido a su baja luminosidad (magnitud visual de 8.7), aún cuando en alguna situación puede llegar a estar a unos 11” de separación de la estrella principal. La compañera de Sirio es, sin embargo, un objeto muy bien estudiado, por tratarse de la primera estrella enana blanca observada. Tiene una luminosidad de apenas 0’0025 veces la luminosidad del Sol, con un diámetro que es 0’022 veces el radio solar. Esta estrella enana es de un tamaño menor que nuestro propio planeta, la Tierra, con una densidad media de 125000 gr/cm3.

La existencia de esta estrella enana blanca fue deducida en el año 1845 por el astrónomo Wilhelm Bessel, como explicación de las anomalías de interferencia periódica que había constatado en el movimiento propio de Sirio. No pudo ser observada por los telescopios de la época, hasta el año 1862, en que fué vista por primera vez por el óptico americano Alvan G. Clark.

De acuerdo con lo que conocemos sobre la evolución estelar, las estrellas masivas recorren su trayectoria vital desde su nacimiento hasta su desaparición de forma más rápida que las estrellas de masa pequeña. La estrella compañera de Sirio tiene una masa parecida a la del Sol, y su degeneración hasta convertirse en una estrella enana blanca ha podido tardar unos 7 mil millones de años, sin embargo, la estrella principal, Sirio, debiera haber alcanzado este estado final evolutivo mucho antes, si, como es de suponer, ambas estrellas se formaron al mismo tiempo. ¿Porqué, entonces, la estrella principal de Sirio no es una enana blanca?.

Una explicación plausible es que la compañera tenía en otros tiempos una masa mucho mayor, y cuando alcanzó la etapa de gigante roja cedió una parte de su masa a la estrella que hoy es la principal.

Carlos S. CHINEA
casanchi@teleline.es
16 julio 2005
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